"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper."

viernes, 4 de enero de 2013

No me culpes



                                  

Tenía ganas de gritar. De salir corriendo hasta que mis pies no dieran más. De ir destrozando todo a mí paso. De saltar, de chillar, de olvidarme de la existencia de los demás.

 Nada, no hice nada.

Otra vez me encerré en mi burbuja, alcé la barbilla y observé la realidad con mi mirada calculadora, de esas que se comen el mundo y lo moldean a sus pies.
Por dentro la chica intentaba revolucionarse, por fuera era la de siempre, la inamovible, la que nada parece afectarla, la misma chica que todas las mañanas miro a través del espejo del baño, con esos fríos ojos y esa actitud indiferente, la que no derrama lágrimas por nada, la que parece una estatua, esa de ahí.
Me dan ganas de lanzarle una estruendosa cachetada, pero no lo haga, y no sólo por el hecho de que mi mano chocaría contra la lisa superficie de cristal, sino porque sé muy bien que no es su culpa, que es el mundo la que la hizo así, y no al revés.
Respiro hondo. Vuelvo a contener todo lo que tengo, vuelvo a alzar la barbilla, vuelvo a ocultarme.

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