"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper."

martes, 22 de febrero de 2011

De esas sensaciones....



Era de esas sensaciones que aparecen en la mañana y que duran apenas unos segundos, cuando tu cabeza oscila entre el sueño y la realidad. Y sientes algodón en tu cabeza o si eres más romantico, nubes.
Era de esas cosas que no se olvidan, que de ves en cuando te atormentan, pero ¿qué estoy diciendo?  esto nunca llegaria a atormentarme.


Era dulce como ninguna otra cosa en el mundo y era solo mío en ese instante.
Eran tus labios junto a los mios, tus caricias en mi espalda y tus dedos jugueteando con mi cabello.


Era de esas sensaciones que aparecen en la mañana y que, aunque duren apenas unos segundos,  se recuerdan para toda la vida.

sábado, 19 de febrero de 2011

Vinilo y dolor


La misma sensación de siempre volvió a su vientre en el momento exacto en que la lluvia chocaba contra su ventana. Las gotas como embargadas de su tristeza intentaban dar un último esfuerzo antes de caer en el abismo.
Cerró sus ojos tratando de olvidar todo. Mecánicamente colocó un disco de vinilo en la vitrola y dejó que la música envolviera su hogar. Mientras la lluvia se escurría por sus mejillas. Elevó la mirada hacia el techo tratando de revisar por donde entraba la lluvia a la caza. Es increible el punto hasta donde podía llegar para mentirse a si mismo.

Tomo su  taza de té con delicadeza acercandose el dulce liquido a los labios. Mientras la lluvia caía y caía por sus mejillas. Mientras la melodía dejaba de oirse por la casa. Y la noche londinense seguia bañada de su seco dolor.





Mi primer invierno con el abuelo George, un año después de la muerte de la Abuela Merry Anne.

jueves, 17 de febrero de 2011

Andrew

Wii!! Mágica aparición en este capitulo y un misterio tras los árboles ¿qué sucede dentro de Kingheart? El misterio se va desvelando, pero cuando la guerra se cruce entre sus vidas, desearan haber pasado más tiempo juntos.
La luz atormento mis parpados por unos minutos hasta que decidí abrir los ojos con cansancio. La enorme cama en la que me encontraba era tan suave que me hacía sentir en las nubes. Rodé sobre mi misma dándole la espalda a la ventana y descubrí que aún llevaba el uniforme puesto. Sentía la cabeza llena de algodón y estaba viviendo uno de esos momentos en que te despiertas, pero aún estas entre el sueño y la realidad.

-Mmm –me estiré- que raro…no recuerdo haber llegado al dormitorio…

Los recuerdos llegaron de golpe y ahora con el miedo fuera de mi cuerpo y a plena luz del día pensé que ese chico era un aprovechado al acercarse tanto a mí, y lo más seguro era que él hubiera intentado asustarme para consolarme o algo así.

-Malditos hijos de ricos, se creen que pueden hacer todo lo que les plazca porque su papi tiene una billetera tamaño jumbo

Tome con rabia una almohada y la lance contra la pared

-¡¡Pues eso no funciona conmigo!!- me levante de un salto furiosa y fui a cambiarme de ropa.

Me puse un uniforme nuevo peine mis cabellos y salí con aire indiferente, mi mejor escudo para enfrentar a la orbe de petulantes que atacarían el internado esa tarde. Después de un par de minutos y de salir a algunos pasillos equivocados llegué al comedor central.
Ignorando las largas mesas de caoba, las finas curvas de las sillas, las bandejas de plata y otras cosas para el almuerzo que se serviría después a los recién llegados alumnos pase de largo al mostrador de cocineros y pedí un desayuno. Luego de devorar y digo DEVORAR mi desayuno con un hambre que tenía guardada desde ayer, fui directo al exterior. No quería estar para cuando los demás llegaran. Lo más fácil y según algunos hasta cobarde era escapar, o alejarse para que nadie supiera de ella.

El bosque de Kingheart era mágico, los arboles, largos y altos se agrupaban por montones dando el espacio justo para caminar, el musgo crecía de todas partes, se escuchaba el canto de los pájaros, el ir y venir de lo que, espero, sea solo una ardilla, y una luz esmeralda bañaba todo.

<<El lugar perfecto para estar sola>> pensé <<Esperen… ¿eso es un caballo?>>

El sonido de los cascos al galope se escuchaba cada vez más cercano, esta vez no podían estar asustándome para aprovecharse. Supongo que el pánico me apoderó nuevamente, pero la experiencia anterior se encontraba tan cerca que esta vez lo único que hice fue quedarme parada conteniendo la respiración.

Los cascos se escuchaban cada vez más cerca, el jinete venía a mi encuentro, fuera quien fuera. Con ojos de terror observe como un caballo negro venía corriendo hacia mí, cerré los ojos y trate de ignorar los sonidos que siguieron. El miedo hizo que mis piernas franquearan, conté los segundos que pasaron .

<<…22, 23, 24, 25, 26…>>

El silencio llego a mis oídos y abrí los ojos esperando ver algo más o menos divino frente a mí. Y ahí estaba.

Su traje de equitación le hacía verse más musculoso de lo que realmente era, sus orbes azules surcaron mi cuerpo como examinándome, por primera vez en mi vida me sentí halagada por la mirada de aprobación que me lanzo, o más bien de relajo. Montado sobre su purasangre de hermoso pelaje negro, daba la sensación de ser el príncipe encantado que venía a mi rescate. Su cabello rubio iba alborotado por la carrera y su sonrisa deslumbró al mundo. No entendía como, pero había alcanzado a detener el caballo justo a unos centímetros de mí.
Entenderán que no pude evitar quedarme mirándole como una boba mientras bajaba del caballo con prisas y se inclinaba a mi lado respetando las distancias, todo un caballero.

-Discúlpame, no creí que nadie estuviera por aquí tan temprano, ¿te encuentras bien?

Asentí en silencio mientras veía como tomaba mi mano con delicadeza y me ayudaba a levantarme. Para no parecer tan patético como me sentía y guardar algo de orgullo decidí que al menos debía cerrar la boca.

-Permíteme presentarme –me dijo- Mi nombre es Andrew y nuevamente, me disculpo por nuestro violento encuentro.
-M-mi… Mi nombre es Madeleine –dije recuperando mi compostura-
-Madeleine… nunca te había visto por aquí
-Soy nueva
-¿Pues que te parece Madeleine, si te doy un aventón al internado?

Miré al hermoso pura sangre, por primera vez desde el pequeño casi-accidente lo notaba. Era realmente hermoso y de gran elegancia. Me acerqué a él y le acaricie suave y lentamente el hocico.

-¿Cómo se llama? –susurre-
-Nigra –dijo él en susurros también, acercándose hasta situarse a mi lado
-Nigra –repetí viendo como el caballo reaccionaba golpeando el piso con una de sus patas- ….es un honor. Pues bueno –dije dirigiéndome a Andrew-  ¿y que me dices de un paseo por el bosque primero?

Lo vi sonreír feliz con la idea y después de ayudarme a subir y de yo aprovechar la ocasión para rodear su cintura con mis brazos y pegar mi  vientre a su espalda, echamos a andar en trote lento, mientras él me contaba anécdotas sobre el bosque. Debo admitir que olvide por completo quien debía de ser él para estar dentro del internado Kingheart y solo me preocupe de oler el delicado perfume que emitía su camisa.

Era imposible saber que en la oscuridad, unos ojos verdes observaban cada uno de nuestros movimientos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Ojos verdes y pisadas

Segundo capitulo de Kingheart, espero que les guste. Besos!!!
El internado Kingheart era tal cual me lo imaginaba: Altos muros de piedras, montones de pasillos, escaleras de caracol, jardines majestuosos, casino para reyes, establos, bosque misterioso, salón de esgrima, música, auditorio, salón central, salón de baile, vestíbulo gigante con vitrales en cada una de las ventanas, habitaciones con camas tamaño King, muebles de la más fina madera, pisos de mármol y en conjunto no era más que un gasto excesivo de dinero. Como dije, tal cual me lo imaginaba.
En cuanto me bajé del tren y aspiré el aire de el pueblo Kingheart sentí enseguida el perfume de la elegancia y el dinero por todas partes, unas calles completamente limpias y hasta lustradas (o eso parecían) entraron en contacto con mis lustrosos zapatos y mi impecable uniforme. Ignoré a todos esos vendedores y taxistas que me lanzaron esa sonrisa de “gaste su dinero con nosotros” y solo acepté transporte de una carreta a caballo por dos razones: 1. Amo los caballos y creo que sería muy dramático que me vieran llegar  e un transporte de este estilo y 2. Me encanto el letrero que colgaba de la parte  de atrás del carruaje que decía <<El dinero tiene microbios, no se enferme GÁSTELO AQUÍ>>
Así que llegué a carruaje a mi encarcelamiento momentáneo o a “estudiar” como otros le dirían.

El internado Kingheart debía tener una fachada de miedo, de esas de los castillos de antiguas monarquías, pero yo me entretuve en bajas mi equipaje y pagar por el aventón, luego entre ignorando a todo y a todos. Ya era molesto ser la nueva en una escuela, pero serlo en una llena de petulantes ricachones; no quería ni imaginar el tipo de miradas interesadas o desdeñosas que me lanzarían en cuanto entrara a su campo de visión.

Llegué lo más rápido que pude a la administración y  ahí dentro una secretaria de esas rechonchonas que te lanzan sonrisas sínicas me llevó a mi habitación. De camino me explicó que los nuevos llegan un día antes para adecuarse y encontrar sus clases, y por eso no había sentido ningún tipo de ruido durante mi primera hora en el internado (ok, me perdí y demoré una hora en llegar a la administración, a cualquiera le pasa) aún así todos los alumnos antiguos podían llegar este día si querían (y quien iba a querer llegar un día antes a la escuela) pero solo habían dos alumnos dentro de estas silenciosas paredes, contándome.

Como era la única chica, me dejó mirar todas las habitaciones para elegir la mía. Terminé seleccionando una apartada habitación, al final de un oscuro pasillo (o al menos más oscuro que el resto de los pasillos) al que se llegaba después de subir una escalera de caracol. Era una habitación de las más grandes, en el tercer piso, y con una vista del bosque que me enamoró en el momento. Además no tendría vecinas, ya que no había más habitaciones en ese pasillo. La soledad que necesitaba, el silencio que quería, era perfecto.

Después de dejar mis cosas ordenadas y bajar de nuevo a la recepción (y esta vez no me perdí) me dediqué a vagar de aquí para allá leyendo los números y las letras de las salas y grabándolas en mi memoria. Pasaron las horas y a eso de las 8 de la noche estaba desesperada por llegar a mi habitación.

<< ¿Por qué hicieron todas las escaleras, pasillos y puertas iguales? ¡¡Y lo peor es que aún no logro salir del edificio de las aulas!! No he comido nada desde que llegue, y eso fue a las 4 de la tarde, ¿que fue eso?, ¿y esos pasos?>>

Casi instintivamente me detuve a agudizar el oído, y los pasos se detuvieron 

<< ¿Quién mierda es?, ¿es que no sabe presentarse?, ¿está intentando asustarme? >>

Me puse a caminar de nuevo y los pasos volvieron a oírse, apresuré el paso y los pasos me siguieron con más rapidez, casi sin notarlo me puse a correr y el eco de esos pasos sordos me persiguió con descaro. Entonces empezó una carrera cargada de pánico, imagínense por un momento que corren con descontrol por un oscuro edificio de piedra mientras detrás percibes unos pasos fuertes e incansables, un jadeo casi imperceptible, imagínense que sus piernas empiezan a cansarse, que se sienten de gelatina, que el solo respirar tare el sabor de la sangre a tu boca, pero que no te atreves a parar por solo el miedo de imaginarte lo que hay detrás de ti. Cuando llegué a un pasillo más iluminado lleno de habitaciones con letras H guion y un número los pasos empezaron a detenerse, pero yo seguí corriendo deseando estar lo más lejos de lo que sea que me persiguiera, por fin doble en una esquina y los pasos cesaron, aún corriendo giré la cabeza para ver qué era lo que iba tras de mí y sentí que chocaba con alguien y caía al suelo. Grite sin pensar que no había sentido los pasos sordos acercarse por delante de mío.

-Aaahhhh!!!!!!!! – me removí con los ojos apretados de pavor y sentí como me tomaban de las muñecas y me apretaban contra el suelo- 

<<Se acabó, voy a morir. No le dije a mi mamá que la quería, no besé a nadie, no probé ese helado de color azul, no me puse un vestido de gala, no…>>

-Eh!, ¿pero qué te pasa?

<<Eso no suena como un monstruo>>

Abrí los ojos lentamente, unos ojos verde oscuro me miraron con un brillo extraño, un mechón de oscuro cabello caía sobre su frente, su pelo negro como ala de cuervo brillaba con una intensidad única, su piel pálida, pero de un tono más tostada que la mía, guardaba unos rasgos filosos pero muy bellos. Sus manos aprisionaban mis muñecas contra el piso y estaba inclinado sobre mí en una pose algo comprometedora. Sentí el rubor de mis mejillas enseguida, debía de contrastar contra mi palidez natural, y mi palidez del pánico que aún no me abandonaba. Mi respiración se fue relajando poco a poco.

-Bien, te soltaré, pero te quedarás tranquila. ¿Vale?
-Vale

Me ayudó a levantarme del piso y pude ver su esbelta figura. Vestía todo de negro, con una camisa con el cuello parado y pantalones algo ajustados que mostraban la figura de unas musculosas piernas y un brillo plateado colgaba de su cuello. No pude prestar atención, de inmediato mire para atrás con el pánico reanudado, dispuesta acorre directo a Londres para refugiarme en los brazos de mi padre o en el regazo de mi madre como una niña pequeña.

Debió de notarlo, porque enseguida me aprisionó contra la pared más cercana, su rostro estaba tan cerca del mío que sentí que podía apreciar cada uno de mis rasgos. Y por si no les he dicho como soy, tengo el pelo largo y de un rojo anaranjado con algunos rizos que caen por mi espalda, soy de estatura media y aún así él era un poco más alto que yo tengo pecas por sobre la nariz y mi piel es muy pálida, mis labios son de un tono rojo que contrasta con el resto de mi cara y mis ojos son castaño claro.

-Dijiste que ibas a estar tranquila
-Algo me persigue, no sé donde estoy ni cómo salir de aquí –dije por lo bajo, me fijé en su voz melódica y seductora-
-Pues estás en el internado Kingheart si no te has dado cuenta –le mire enojada por la broma y nuestras narices se rozaron- Vale, te ayudaré a llegar a tu habitación, por cierto, estas en el dormitorio de los chicos en este momento –dijo con una media sonrisa-

Le seguí sin decir nada y ya en los dormitorios de las chicas supe ubicarme, pero no pensaba atravesar sola el oscuro pasillo así que le dije mi habitación en un susurro y fuimos juntos.

-Ya llegamos -dijo mientras abría la puerta con mi llave- supongo que es un buenas noches –susurró acercándose por detrás y susurrándome las buenas noches en el oído-

Reprimí un temblor, y después de un gracias forzado le cerré las puerta lo más rápido que pude esperé hasta que escuche que se había ido y me senté sobre la cama a llorar. ¿Cómo iba a pasar siquiera un semestre en este lugar tan aterrador?
Caí dormida, aún vestida con el uniforme, con esos ojos verdes clavados en mi memoria. Esa fue mi primera noche en Kingheart.

jueves, 3 de febrero de 2011

Kingheart



Este es un proyecto literario reciente, si les gusta, lo continuo, si no, lo termino lo más rápido posible, asi de fácil. Espero comentarios de cualquier tipo menos insultos. Besos y abrazos
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Atravesar las puertas de la estación fue duro. No sabía exactamente que iba a encontrar, pero sí que no sería fácil. Mi familia ha asistido al internado Kingheart durante largas generaciones, mi madre asistió, y su madre, mi hermana, todas las mujeres de la familia Knight han asistido a este internado.

Por eso supe desde un principio que no serviría de nada resistirme. Me deje llevar al sastre para que me hicieran cinco uniformes a la medida (¿Por qué cinco? Porque mi familia nunca aceptaría que no tuviera uno por día) Asentí en silencio cuando mi hermana, explicaba que el largo de mi vestido verde musgo debía quedar exacto, para no parecer ñoña con un vestido demasiado largo, ni aparentar querer mostrar mucho con uno muy corto. Recibí mis cinco camisas de algodón, y deje que me midieran de todas las partes posibles para que terminaran quedándome como un guante. Observe con una calma apacible como mi madre elegía el mejor listón blanco para ajustar a mi chaqueta reglamentaria, que era de un verde musgo unos tonos más bajos que el vestido, y combinaba a la perfección. Decidí comprar unas tres pantis blancas para el invierno, ya que, según me dijeron mi madre y hermana, los inviernos en Kingheart eran muy crudos.

Elegí una bolso de cuero café que me llamo la atención, pero ni eso me alegro el día. Por último fuimos al zapatero, que ya tenía dos pares de zapatos de mi talla (mi madre  los había mandado a hacer hace semanas) esperándome, eran de un café muy parecido al de mi bolso, tenia hebillas doradas que hasta parecían resplandecer a cada instante.


Eran las dos de la tarde cuando la sesión de compras termino, y caminábamos con relajo hasta la casa. Pasamos por un mercadillo ambulante en el cual no pude evitar mirar como hipnotizada una cadena de plata, brillaba como la luna y tenía la forma de un corazón con orificio en forma de una fina cerradura, no medía más que la yema de mi dedo índice, pero aún así para mi resaltó entre todo lo demás. Intenté que no se me notara.
Luego de recoger mis maletas y las despedidas obvias, mi hermana, mi padre y yo nos dirigimos al centro a tomar el tren. En el camino me divertí imaginando una manera de escaparme de todo este suplicio, era hermoso verme saltar del auto y perderme por las calles londinenses, pero no era más que eso, una idea boba y sin sentido.

La familia Knight tenía mucho dinero, mi padre era banquero, y uno muy exitoso, pero nunca abusábamos de nuestro dinero, ni lo alardeábamos (conste que el hecho de darme cinco uniformes para el internado era, según mi madre, para que no me entretuviera lavando mi ropa a cada rato). Sería fácil para mis padres encontrarme, y entonces violarían cualquier atisbo de libertad, y quedaría atrapada dentro de las paredes de Kingheart para siempre, si contacto con la humanidad. No pensaba arruinarme tan asi la vida.


Kingheart era un internado para ricachones pretenciosos, de eso que tiene como veinte yates, seis mansiones y sirvientes para cada cosa que se te ocurra. Era un lugar perfecto para que ese tipo de malcriados se presumieran los unos a los otros, yo no quería pertenecer a eso por nada del mundo. Pero estaba obligada a ir en respeto a las tradiciones familiares. Por desgracia. Aún así, yo no iba a portarme como todos ellos, aunque por eso quedara marcada como “bicho raro” o “pobretona”. Tenía identidad, y me abrazaba a esa idea con fuerzas.

Pero no es como que Kingheart fuera un infierno en tierra. Tenía amplios jardines que deseaba explorar, unos profesores de excelencia, por lo que mi hambre por conocer cosas sería satisfecha, cada alumno tenía su habitación privada, con cama  tamaño King, baño con yacusi, armario que era del tamaño de una habitación, cafetería gourmet, piscina olímpica, clases de equitación, la biblioteca de mis sueños y otro gran montón de lujos que me mantendrían entretenida esos diez mese de clases. Además el pueblo Kingheart (si, lo nombraron igual que el internado)  tenía teatro, cine, tiendas de ropa, librerías, discos, pub y un montón de cosas más para satisfacer a los hijos de esos millonarios excéntricos. Era más bien un paraíso para el que tuviera dinero suficiente. Se nos permitía salir los fines de semana hasta las once de la noche (si llegabas tarde eras castigado con tarea o algo asi, pero esto era más bien para que no le pasara nada a ningún estudiante) Los dormitorios de chicas estaban muy separados de los de chicos, tanto que  el edificio de aulas los separaba (una buena medida para que ningún cabron hiciera nada indebido dentro del internado) y los profesores hacían turno para vigilar ambos edificios (de chicos y chicas) tanto de día como de noche.

Estaba pensando en Kingheart cuando mi padre me sacó de la ensoñación. Nos encontrabamos en el terminal de trenes, esperando a que el mio partiera, me abrazó con fuerzas y me dejó una cajita en la mano, mi equipaje ya estaba dentro de mi cabina y el tren estaba por partir.

-Tu madre me dijo que te ha gustado -me dijo sonriente-

Intenté agradecerle pero me puso un dedo sobre los labios y me empujó dentro del tren, llegué a mi cabina justo a tiempo para ver por la ventana como mi hermana y él sacudían su mano enérgicamente. Cuando ya no divisaba la estación, me senté con un suspiro de resignación y abrí la cajita, de la que la cadena del mercado ambulante me deslumbro como saludándome, saque una nota y sostuve la cadena con la otra mano.

Madeleine:
Espero que este regalo te sirva para afrontar lo que viene, recuerda que siempre que la tengas puesta, una parte de ti estará segura en casa
Un beso, tu padre

Sonreí mientras me la colgaba al cuello, y disfrute del resto de mi viaje a Kingheart